De la mano de los autores, podemos sentir las palpitaciones de la tierra, los momentos de arritmia y la alegría de la recuperación del pulso. Así, una y otra vez. Desde la edad del hielo, pasando por los Millares, la cultura del Argar, el oscuro período que la siguió, el nuevo despertar a partir de las colonizaciones de los marinos del Mediterráneo oriental, la sufrida pax romana –salpicada en sus últimos tiempos del cristianismo emergente–, el mundo ambiguo de las invasiones bárbaras, la llegada del Islam… Cada paso, una y otra vez seguido de una vuelta a las prácticas anteriores, explotando los metales, abriéndole las entrañas a la tierra y agotando sus montes; con sus correspondientes estados de euforia y decaimiento del ánimo. Y aunque la dejan descansar un tiempo, a partir del 1800 vuelta a la agresión, clavando el pico minero en lo profundo de su seno, y en sus espaldas el hacha del fundidor. Al fin y al cabo, Almería, en su piel, como dicen los autores, está hecha a mano.
Almería Hecha a Mano